Por qué es importante cambiar las sábanas con frecuencia

Lo que vas a leer a continuación no es bonito. No te va a gustar. Pero créenos, es por tu bien. Debes saber que, si no lavamos las sábanas con frecuencia, la cama puede convertirse en un criadero de bichitos. Hongos, bacterias, ácaros, fluidos corporales, células muertas, restos de cremas y maquillaje… La suciedad se acumula en las sábanas con cada uso y puede llegar a tener efectos perjudiciales en la salud. Desde problemas de acné e irritación en la piel, hasta alergias, problemas respiratorios o infecciones. Además, la falta de higiene puede debilitar tu sistema inmunológico.

Vamos al lío. Entonces ¿cada cuánto hay que cambiar las sábanas? Los estudios del doctor Philip Tierno, director de microbiología clínica e inmunología en la Universidad de Nueva York, son muy claros al respecto. En condiciones normales, habría que lavar las sábanas, como mínimo, una vez a la semana.

No obstante, deberemos aumentar la frecuencia a dos o tres veces a la semana en los siguientes casos:

  • En verano, cuando el calor hace que sudemos más.

  • Personas que duermen desnudas, pues el contacto directo aumenta la acumulación de células muertas que se desprenden de nuestra piel.

  • También si estamos enfermos, no solo porque vamos a pasar más horas en la cama, también para evitar que gérmenes, virus y hongos se quedan en las sábanas y retrasen nuestra recuperación. Si tenemos fiebre y hemos sudado mucho, deberíamos cambiarlas incluso una vez al día.

Cómo lavar las sábanas

Lo ideal es tener al menos un recambio de sábanas limpias, para no depender de la lavadora y el secado a la hora de cambiarlas.

Cuando las lavemos, debemos tener siempre en cuenta las etiquetas de las sábanas, que nos darán instrucciones concretas sobre la mejor manera de lavar ese tejido. Debemos tener en cuenta que los lavados en agua fría solo eliminan un 6% de las bacterias, por lo que es recomendable lavarlas siempre con un programa de 60º. Además, es aconsejable utilizar un jabón neutro, que no agreda a la estructura de nuestra piel.

En cuanto al secado, lo mejor es secarlas al aire libre y bajo el sol, que ayuda a eliminar ácaros y bacterias. Procura asegurarte de que no están aún húmedas antes de guardarlas, para evitar malos olores y la proliferación de hongos. También puedes darles un planchado rápido, que se encargará de matar los microorganismos con los que no haya podido la lavadora.

No solo las sábanas

No olvides, además, mantener la higiene del resto de la ropa de cama.

  • Funda de almohada. Debe lavarse incluso con mayor frecuencia que las sábanas, pues supone un punto de contacto directo con tu piel. Lo ideal es cambiarla cada dos o tres días. Mantener una correcta higiene de la almohada te ayudará a prevenir la aparición de espinillas y a que tu pelo aguante limpio más tiempo.

  • Ropa para dormir. Al igual que las sábanas, debes ponernos pijama limpio no menos de una vez por semana. Dos si dormimos sin ropa interior.

  • Funda protectoras de almohada y colchón. Son muy útiles para evitar que la suciedad traspase pero, si no las mantenemos limpias, perderán totalmente su función. Deben lavarse una vez al mes.

  • Almohada. Cada tres meses.

  • Edredón o colcha. Bastará con lavarlos un par de veces al año. Una, antes de guardarlo, si sólo lo utilizas durante el invierno.

  • Colchón. Con aspirarlo una vez al mes será más que suficiente. Recuerda también airearlo durante varias horas al lado de una ventana una vez al año.

¡No hagas la cama!

O más bien, no la hagas enseguida. Lo mejor es dejarla sin hacer un rato, para que las sábanas, mantas y almohadas se aireen. Abre las ventanas y ventila el dormitorio durante, al menos, 15 o 20 minutos. De esta forma, eliminarás la humedad de tu cama, previniendo la proliferación de ácaros del polvo y manteniendo las sábanas más limpias e higiénicas entre lavado y lavado.

Ahora que ya sabes lo importante que es lavar la ropa de cama, estamos seguros de que vas a correr a poner a punto tu cama en cuanto termines este artículo. Así que preparados, listos… ¡sábanas limpias!