¿Qué son los sueños?

Los sueños son sucesos o fantasías que visualizamos, experimentamos y sentimos mientras dormimos. Las investigaciones afirman que todas las noches soñamos en periodos de entre cinco a veinte minutos. Durante esta fase, podemos experimentar hasta 30 o 40 sueños cada noche. 

Todos soñamos, aunque no siempre podamos recordarlo. Lo más común es recordar los sueños que acabamos de tener antes de despertar, sobre todo si nos han alterado o han sido especialmente angustiosos. A menudo, si nos despertamos de forma brusca, somos capaces de recordar hasta 5 o 6 ensoñaciones.

No obstante, esto no suele ocurrir con despertares más relajados. Esta dificultad para recordar los sueños parece estar relacionada con el funcionamiento del cerebro durante el sueño, pues no concuerda con el modo en que procesamos la información durante el día. Los escáneres revelan que las zonas cerebrales encargadas de la conformación de la memoria y los recuerdos, permanecen inactivos durante la fase REM del sueño, justo el momento en que soñamos.

 

¿Por qué soñamos?

El mero hecho de dormir no implica soñar. Dependiendo de la fase del sueño en la que nos encontremos, podemos recrear este tipo de pensamientos o no.

Existen dos fases de sueño, que van alternándose a lo largo de la noche:

  • Fase NREM (o NO REM): Es la transición entre el sueño y la vigilia, nuestros músculos se relajan y el metabolismo se ralentiza. Suele durar entre 30 o 60 minutos.

  • Fase REM (“rapid eye movement”): Durante la fase del sueño las personas mueven sus ojos bajo los párpados. Este es el momento en el que tienen lugar los sueños, y es que durante la fase REM nuestro cuerpo sigue relajado pero nuestra mente está más activa que nunca. En circunstancias normales, se repite cada 90 minutos aproximadamente, y va alternándose de forma cíclica con la fase NREM a lo largo de la noche. 

Dormir no significa, ni mucho menos, estar inactivos sino que es una actividad más de nuestro sistema nervioso. El cerebro sigue trabajando, pero de forma diferente, incluso más intensa. Durante el sueño nuestro cerebro se activa casi de forma completa. Es decir, la actividad cerebral es mayor durante las horas de descanso que durante el día. Pero es cierto que hay una parte del cerebro que no funciona cuando dormimos: el centro de la lógica. Este es el motivo por el que las ensoñaciones tienen ese enfoque onírico, creativo, extraño y repleto de posibilidades.

Durante el sueño REM, el cerebro recibe imágenes, sonidos y sensaciones de forma aleatoria, condicionadas a menudo por lo que hemos vivido a lo largo del día, pero también por los estímulos fisiológicos que recibamos durante la noche. Por eso, cuando nos tocan lo sentimos en el sueño, o si apretamos los dientes soñamos que se nos caen. El sueño representaría el intento de la corteza cerebral de dar sentido a estas señales azarosas, intentando crear una narración coherente.

 

¿Qué función tienen los sueños?

Por todos es conocido que dormir tiene enormes beneficios a la hora de mantener nuestra salud física. Pero, lo que tal vez no sabías, es que además de las funciones de reparación física que el descanso ejerce en nuestro cuerpo, los sueños influyen también en nuestra salud emocional y mental. 

 

Regulación fisiológica a nivel emocional

En su Interpretación de los sueños, Sigmund Freud ya apuntaba que los sueños o pesadillas son un reflejo de alguna preocupación o situación de nuestra vida cotidiana, de nuestros miedos o deseos. Según esta teoría, los sueños son emociones reprimidas por una mala gestión emocional. Desde el punto de vista freudiano, la función de los sueños es abordar subconscientemente temas de nuestras vidas que no hemos sido capaces de resolver conscientemente.

Algunos estudios incluso apuntan que el sueño ayuda a eliminar esos temores. En este sentido, a menudo ante situaciones de estrés tendemos a tener sueños recurrentes. Al soñar con aquello que nos asusta o en un contexto diferente conseguimos rebajar ese miedo, superar la situación y limitar los recuerdos dolorosos.

 

Aprendizaje

Con los sueños, se asimilan los conocimientos adquiridos durante el día. Durante el sueño, el cerebro desecha y selecciona los recuerdos, nos ayuda a “almacenar” la información que hemos ido recibiendo. Por eso, antes de un examen es preferible no pasarnos la noche estudiando, sino descansar la mente y consolidar la memoria. 

 

Creatividad y toma de decisiones

Los sueños a veces pueden fomentar la creatividad, permitiéndonos encontrar nuevas respuestas a problemas que nos ocupan durante el día. Durante el sueño, nos encontramos frente a los problemas de forma más directa, emocional, sin escape, de tal forma que tenemos que tomar decisiones rápidas. Por eso, dormir puede ser la solución a un problema que no conseguimos resolver, sólo hay que recordar la frase tan típica de consultarlo con la almohada antes de tomar una decisión.

 

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